han sido alcanzados, necesitamos tener misioneros de carrera, quienes estén comprometidos a pasar el resto de sus vidas en el campo misionero. Debemos calcular la inversión que será necesaria para enviar a esos misioneros a los pueblos no alcanzados, y mantenerlos allí. Ir al campo es, en sí mismo, una experiencia de capacitación. Vale la pena mencionar que un misionero que sale con buena disposición de aprender tiene más probabilidades de éxito. David de la Rosa, un misionero puertorriqueño en España,
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